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eucaristía

La Eucaristía es el mayor de todos los sacramentos porque, como sustancia misma del mismo Jesucristo, la Eucaristía permite un encuentro personal con Jesús. Jesús, el Dios-hombre, es el ejemplo perfecto para nosotros de lo que debemos ser. Lo que significa ser un ser humano es estar en una relación con Dios, y precisamente por eso recibimos la Eucaristía. Queremos que el cuerpo y la sangre de Jesús se hagan nuestros y que la divinidad de Jesús penetre todo nuestro ser.

En la Misa, el sacerdote levantará el pan y dirá: “Este es mi cuerpo, que será entregado por vosotros”. Entonces elevará el vino y dirá: “Este es el cáliz de mi sangre, sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por vosotros y por muchos para el perdón de los pecados”. El pan y el vino se convierten en la Eucaristía: la presencia personal de Jesucristo en cuerpo, sangre, alma y divinidad. En la comunión, se invita a los que tienen una disposición apropiada a pasar al frente y recibir la Eucaristía en la lengua o en la mano.

Yo soy el pan vivo bajado del cielo; el que come de este pan vivirá para siempre, y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.

Juan 6:51

Cuerpo

Sangre

Alma

Divinidad

Primera comunión

Para los niños que desean recibir la Primera Eucaristía, hay una serie de compromisos que indican la disposición adecuada y la formación en la fe para recibir el sacramento.

 

Estos compromisos incluyen la asistencia regular a Misa con el uso de sobres para estudiantes, dos años de participación previa en clases de religión con calificaciones aprobatorias, dominio de las Enseñanzas Católicas Básicas (BCT) y la presencia de los padres y el niño en la formación de la Eucaristía.

Para tiempos de misa y confesión

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